A estas alturas queda poca gente ya que desconozca quién es Santiago Calatrava.
El arquitecto estrella de la Comunidad Valenciana ha llegado a ser
mundialmente conocido, aunque quizás esto no se deba del todo a la
magnificencia de sus trabajos.
Si bien es cierto que algunas de sus obras pueden resultar bellas
desde el punto de vista arquitectónico, las construcciones de Calatrava
la mayoría de veces presentan fallos tanto en su estructura como en su finalidad y, sobre todo, en el prohibitivo coste que tienen. Tanto es así, que desde el sector especializado en arquitectura han acuñado un nuevo término: La ‘calatravada’. Se trata de una forma de denominar algo caro, exagerado, sin justificación y muy aparente.
Todas estas críticas pueden explicarse de forma fácil con ejemplos de las peores construcciones de Calatrava:
El puente de Zubizuri, Bilbao
Se trata de un puente peatonal que cuelga sobre la ría del Nervión.
Una construcción encargada al arquitecto en 1990 y estrenada el 30 de
mayo de 1997.
Calatrava quiso que los caminantes pudieran experimentar la sensación
de estar paseando sobre el agua y por ello la base de la obra fue hecha
de baldosas de cristal. Un diseño muy bonito, pero
poco práctico dado lo mucho que llueve en Bilbao y lo resbaladiza que se
vuelve la pasarela, de hecho muchos ciudadanos han tenido accidentes al
cruzarlo.
Además, dado que el puente no se conectaba con unos edificios
importantes ni servía de punto de acceso al centro de la ciudad, desde
el Ayuntamiento decidieron añadir un tramo más. Sin embargo, esto no
agradó demasiado al arquitecto que acabó demandando al Consistorio por
vulnerar el derecho a la integridad de su obra.
En definitiva, que Calatrava recibió 537 millones de las antiguas pesetas por su trabajo, además de los 30.000 euros que recibió después de que los tribunales le otorgaran la razón.
Palacio de Exposiciones y Congresos, Oviedo
Más conocido como ‘centollu’ por lo habitantes de la ciudad, esta
obra de Calatrava muestra los excesos de los que peca el arquitecto. Se
comenzó a construir en 2003 y no se pudo finalizar e inaugurar hasta
2011.
Se trata de un complejo en forma de ‘U’ con un edificio en medio, todo ello del color blanco característico del valenciano, que no casa en absoluto con las construcciones de alrededor.
Además, los planos fueron modificados varias veces por lo que la
enorme obra de Calatrava apenas cabe en el espacio y por supuesto, su
presupuesto aumentó hasta la estratosférica cifra de 350 millones de euros.
Puentes ‘Calatrava’
Se trata de la típica estructura que el arquitecto no ha dudado en
reutilizar una y otra vez presentándola, eso sí, como la marca de la
casa. Dentro de estas construcciones se incluye el de l’Assut de
l’Or en Valencia, el puente de la Mujer en Buenos Aires, el puente de
Redding en California, el Strings Bridge de Jerusalén o el puente del
Alamillo en Sevilla.
Todos con la misma forma y diseño sea cual sea el entorno en el que
se sitúen, eso sí el precio como siempre desorbitado porque es una
‘calatravada’.
Ciudad de las Artes y las Ciencia, Valencia
El Gobierno valenciano ha sido siempre un fiel cliente de Calatrava,
sea lo que sea que se haya que construir, se requieren sus servicios.
Una de sus obras más conocidas en Valencia es la Ciudad de las Artes y las Ciencias, donde las ‘pifias’ se pueden contar por decenas.
Desde salas sin utilizar por falta de visibilidad, falta de urinario en
zonas concebidas para eventos multitudinarios, retrasos de años,
materiales de mala calidad que ahora deben ser repuestos, y un largo
etcétera.
Sin embargo, por todo este ‘fallido’ complejo el arquitecto se llevó un total de 587 millones de euros.
Sin duda, esto es un pequeño ejemplo de todas las ‘señas de
identidad’ que Calatrava ha ido dejando allá donde ha sido contratado. Y
es que las catástrofes arquitectónicas son de sobra conocidas y causan
ya hasta la mofa de los ciudadanos.
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